Un Relato Tarantiniano Vintage: Sucedió en Alcocer a Finales del Siglo XIX
1/14/20248 min read
En la prensa antigua se narraban frecuentemente notas de sociedad, con lenguaje almibarado, petulante y reverenciando siempre a las autoridades presentes con frases del tipo “nuestros acaudalados amigos” o “destacó en la fiesta la extraordinaria belleza de las hijas de los señores de…”. Las únicas noticias que podían ser protagonizadas por el populacho, la plebe, la chusma, o sea el 99% de los mortales, eran los sucesos, y sobre todo si eran un tanto negros y había navaja o pistola de por medio.
El artículo de hoy es de los segundos. Lo publicó un paisano de nuestro pueblo en una red social hace unos años, pero incompleto, con lo que nos quedamos sin saber el desenlace. Al releerlo hace poco, reconocí algunas de las personas de las que se hablaba y, conversando con mi buen amigo Santiago Écija, decidí buscar el original hasta que, por fin, lo encontré. El título del artículo es “Fiera humana en Alcocer” y se publicó en “La Correspondencia de España, diario político y de noticias” en la lejana fecha del 6 de septiembre de 1897. La cosa tiene “mérito” porque este es un diario de tirada nacional y no de noticias del barrio de la Alcarria, que sería más dado a reparar en sucedidos de pequeñas localidades.
La Época es la inmediatamente anterior al desastre de 1898, fecha en que perdimos Filipinas y Cuba, en base a las falsas banderas y noticias aún más falsas, del hoy significado Joseph Pulitzer, antes "periodisto" de la prensa más amarilla en pugna con William Randolph Hearst, por decir la barrabasada más grande. Los Inda y Marhuenda de la época, vamos.
El ejemplar de “La Correspondencia de España” al que me refiero, es muy ameno para situarse en ambiente, artículo alcocereño aparte, entre noticias de Cuba, Filipinas y algún atentado anarquista, que estaban muy a la moda entonces. Pero como el título del Blog obliga, vamos a lo que interesa aquí.
El artículo es una transcripción de otro de título homónimo publicado en “La Crónica de Guadalajara”, a quien hay que atribuir los méritos de poner a los personajes protagonistas en el mapa nacional.
Por dar unas pistas en su lectura: igual que en los artículos de la realeza local y nacional hay mucho jabón, aquí hay mucha cera. Quiere decir que, si en los primeros se exagera la bonanza y las maravillas de los edulcorados protagonistas de la alta sociedad, aquí se va a buscar la noticia más negra y luego a pintar al protagonista de muy villano, villanísimo, más animal o “fiera” que persona. Lo digo porque hay que creerse lo justo los detalles del asunto, aunque algo de verdad haya en el fondo, porque los nombres son reales y la resolución del caso la he contrastado en la documentación que me han facilitado otras fuentes.
El artículo dice así:
«Sería la una de la tarde del día 1 del actual, cuando en la calle Bajada a la Plaza de Toros de dicha villa, el Sr..D. Fernando Rodríguez Sánchez, juez municipal suplente, en ejercicio de sus funciones, oyó voces lastimeras de una vecina llamada María García Cervigón, a consecuencia de que su esposo Higinio Ibáñez Aranda la estaba maltratando, mientras la tenía debajo del pie, dándole fuertes golpes con unas tenazas, porque ella defendía al hijo de ambos, niño de dos meses escasos, a quienes el lbáñez quiso estrangular.
El Sr. Rodríguez, queriendo separar al agresor, le intimó a que se retirase en nombre de la autoridad, recibiendo por contestación un fuerte golpe con las.tenazas en el brazo izquierdo, sacando también una faca, con la que trató de asestarle una puñalada, que hubiera sido mortal; pero se retiró por no ser víctima de un brutal atentado. La esposa del Sr. Rodríguez, doña Eulogia Ballesteros, viendo la situación en que se encontraba su esposo, se interpuso por medio de ambos, recibiendo un gran golpe en un ojo que hizo necesaria la asistencia médica. El Ibáñez creyó sin duda que el niño de que se hace mención había fallecido, porque además de hincarle las uñas en la laringe y morderle la cara, le arrojó con gran furia al suelo, huyendo aquel por la calle Mayor.
A la sazón se presentó el segundo teniente alcalde D. Nicanor Sánchez, intimidándole con la palabra de 'favor a la justicia, dése usted preso', a lo que el Ibáñez sacó la faca, diciéndole ‘la justicia es ésta’, prosiguiendo su carrera. Conocedora del hecho la fuerza de la Guardia Civil, salió a la detención del Ibáñez por orden judicial, el que se internó en casa de su padre, armándose de escopeta y puñal de grandes dimensiones y un morral con municiones. Perseguido ya de cerca por la indicada, fuerza, le pidió el alto diferentes veces, contestándole con un disparo y huyendo a todo correr por la carretera de Millana. Entonces le hicieron los guardias varios disparos a la distancia de unos 200 metros, de cuyas resultas quedó muerto en, el sitio que llaman la Cruz o la Tapia. El señor juez. municipal instruye las primeras diligencias, poniendo el hecho en conocimiento del señor juez de instrucción de Sacedón y de la autoridad militar por telégrafo.»
Como algunos aún recordarán, en la Bajada a la Plaza de Toros hay dos casas actualmente. En la primera habitaba la maestra nacional doña “Rita”, nombre por que se hacía conocer Arcadia Rodríguez, natural de Sauquillo de Cabezas, Segovia, casada con un alcocereño al que llamaban “el Chuletas” pero que respondía al nombre de Vicente Rodríguez Ballesteros. La casa de al lado es la que tiene el escudo de la Santa Inquisición.
Si se fija uno un poco, la primera casa parecen ser en realidad dos casas diferentes, unidas con posterioridad en una misma propiedad.
Pues bien, en la primera de ellas habitarían Fernando Rodríguez y Eulogia Ballesteros, dos de los nombres protagonistas del hecho noticioso. Fernando fue Juez municipal, lo fue muchos años, también como suplente en el cargo y Eulogia era la primera hija del primer matrimonio de Vicente Ballesteros Pardo, otrora también juez y alcalde de la villa, como su hermano mayor Víctor. En la segunda casa, la de en medio probablemente, viviría el matrimonio de la trifulca.
En la foto cedida por Santiago Écija, están Eulogia, Fernando el juez y “el Chuletas”, algo disconforme con el atuendo o con la situación en general, a tenor del gesto que presenta. La futura mujer del niño, Doña Rita, aparece en una foto superpuesta, luciendo collar de perlas.
La primera foto de familia es algo posterior al suceso que nos ocupa, pero no mucho, porque el niño “Chuletas” nació en 1896 y seguramente escucharía desde la cuna la algarada. A la tía Eulogia ya se le había curado el morado del ojo. O no, no sé. Calculen que la foto sea de 1899 o 1900, dos o tres años después del susto.
La foto de Doña Rita debe ser algo anterior a la Guerra Civil, porque con las que tuvo que pasar luego, no creo que luciera ya una sonrisa y pose tan relajadas.
Fernando, el juez, era gallego de Ayazo, La Coruña. Imaginen de nuevo el suceso que han leído, pero ahora pónganle acentiño.
Vamos con el actor secundario accidental y segundo teniente de alcalde Nicanor Sánchez. Nicanor era tintorero y ganadero, bien situado en la escala social alcocereña, padre de Celedonia y Antonio Sánchez Serrano, residentes en lo que hoy es el hostal España en la calle mayor alcocereña. Nicanor es tío de María Sánchez Manzano, la esposa de Federico de San Andrés el farmacéutico. También era primo hermano de María Cruz Sáiz Sánchez, la madre de Miguel Fernández Sáiz, el herrero en esa época. La mujer de Nicanor, María Serrano, era tía de Leandro Serrano, el Chato, al ser hermana de su padre Francisco.
Ubicadas las autoridades, vamos con la familia protagonista.
Higinio Ibáñez Aranda, alias “el Pelao” era hermano de Nicasio, meritorio padre de cuatro “monjillos” y ocho “monjillas”, para sufrimiento de su mujer Eduviges Hurtado dado el mucho trabajo que le dió.
También era hermano de Mariano, el suegro de “la Leo”, que vivía en la calle de la Rosa.
Otro hermano del “Pelao” se llamaba Andrés quien, tras ser dado por muerto temporalmente en el frente, fue al final de la guerra condenado a pena de muerte en la Guerra Civil, luego conmutada a 20 años de prisión.
Casimiro, el padre de estos hermanos Ibáñez Aranda era cazador de profesión, no es de extrañar por tanto que “el Pelao” acudiera a su casa a por munición y armamento.
El bebé maltratado se llamaba Segundo, como su tío, el hermano de Casimiro el cazador y no tenemos noticia de que finalmente falleciera en ese percance.
María García Cervigón llevó desde aquel suceso una vida de soltera (o viuda) y tuvo dos hijos más sin padre reconocido. Vivió y sirvió en la casa de Demetrio Rivera, ex secretario del Ayuntamiento y propietario entonces de un comercio en la Calle Mayor 69 y 71 de tejidos, comestibles, paquetería y quincalla. Su hermana Petra, igualmente dejó descendencia sin paternidad, siguiendo el modelo familiar “aquí te pillo...”. El único hijo de Petra, Manuel, resultó “agraciado” también con una condena de 30 años en la lotería de la represión salvaje tras la guerra civil, donde lo importante fue siempre más la cantidad de ajusticiados, que la propia justicia.
El Guardia Civil que disparó se llamaba Mariano Ambrona Bartolomé.
La Cruz o la Tapia, lugar del fatal desenlace, es el paraje donde está esa cuesta arriba que hace la carretera de Millana justo pasado el desvío de las Hontecillas/Ocejón. Higinio "el Pelao" nos dejó con 25 años, María contaba con unos 17 años por entonces.
Pues eso os cuento. Que en esa época, para que te hicieran un reportaje, había que ser rico o bien liarla parda. Mucho.
Luis del Saz Ayllón, Alcocer, Guadalajara
Fuentes: testimonios familiares y de vecinos, Biblioteca Virtual del Ministerio de Cultura, Archivos estatales, militares, municipales y parroquiales, INE y Foro por la Memoria de Guadalajara.