El Frente estaba en Ledanca

Una de tantas historias que ha conseguido atravesar el tiempo y unir testimonios y documentación. Comienza en la travesía de Félix Écija para llevar comida, y acaba contando el destino de los que en el frente estaban

8/13/20257 min read

El miliciano Ángel Mas
El miliciano Ángel Mas

El miliciano Ángel Mas Molina tenía 19 años cuando le llamaron por su quinta

“El frente estaba en Ledanca. Ahí estaba mi hermano Satur, el Sergio (Guindal Visedo), el del tío Cañamón (Vicente Alcántara) y el Boni (Bonifacio Écija Guindo, el Rajas). Poco antes de terminar la guerra. Pasaban mucha hambre. Estaban en las trincheras. Vino a Alcocer Sergio, que vivía en la calle del Lobo, el del tío Cañamón y el Boni. Venía del frente andando:

- “¡Oye!, A ver si nos podríais mandar algo (para comer)”

Y mi madre preparó la mula nuestra y otra del Manuel el Rajas, que estaba allí en el pueblo y cogimos las mulas, una mía, otra del Rajas muy chiquitilla y negra, con dos serones y llevamos comida andando desde aquí.

Llegamos el Rajas y yo con las mulas yendo por atajos. Y entonces, llegamos allá y vemos una gente

- “¿quién son?”

¡Y eran los nacionales! Nosotros estábamos en zona roja, claro. Y llegamos y nos dice alguien

- “Pero ¿dónde vais para allá? Si aquellos son los nacionales, habéis tenido suerte que hoy ha sido un día que nos habíamos puesto de acuerdo y no se tiraba”.

Total, que llegamos a una zanja de una trinchera y no podíamos pasar y dice el Rajas (que es dos años mayor que yo). La mula mía, me pongo de espaldas y pasa por encima. Comimos allí con ellos en el campo, con mi hermano y los demás. Y el Rajas y yo, vuelta para casa. Se hizo de noche y dormimos en una paridera con las mulas, bajo una carretera. Pasaban los camiones con soldados por encima. Los Rajas vivían en la calle de la Dulzura, más arriba de las Galindas, donde Espe la Canalejera.”

Esta historia la cuenta a menudo Félix Écija Ibáñez, que tenía entonces quince primaveras. Hacía un tiempo, se habían intentado alistar juntos Ángel Mas Molina (de los tejeros), Pascual Gallén Manzano y otros, pero no los cogieron por tener aún 17 años. Más tarde los llamaron ya por su quinta, e ingresaron el 5 de abril de 1938 en la 98 Brigada del ejército. Eran, además de los anteriores, Saturnino Écija Ibáñez (el Satur), Sergio Guindal Visedo, hijo de Francisco, un hermano de Leandro el Topillos, Bonifacio Écija Guindo, de los Rajas y Vicente Alcántara, hijo de Gervasio, el tío Cañamón.

Como cuenta Félix, estuvieron sobre todo en el frente de Guadalajara, en la zona de Brihuega.

Sucedió por entonces que, estando de guarnición en La Cabañuela, una antigua venta o caserío a las afueras de Brihuega, también llamado el Palacio de Ibarra, tenían preso a un cabo de asalto, que llevaba un año encarcelado y al que ya habían juzgado. Según cuentan Juani y Antonio, los hijos de Ángel, se había intentado pasar al bando sublevado.

Vista satelital de la finca de La Cabañuela
Vista satelital de la finca de La Cabañuela

Desvío en la comarcal hacia La Cabañuela. Google.

Vista satelital de la finca. Google.

Era casi ya la nochebuena del 38 y, en un día anterior, pasaron lista a la noche. El sargento informó a la tropa de que al día siguiente le había tocado al pelotón de Ángel, Sergio y otros llevar a efecto el fusilamiento. Sergio, no estaba en ese momento del anuncio con la tropa, porque al pasar lista, estaba con la segunda compañía, donde había ido a pasar un rato con su convecino Saturnino Écija Ibáñez. A la vuelta se enteró de la tarea que les habían encomendado

  • “¡A mí no me ha hecho nada ese hombre para tirarle!” dijo.

    Los compañeros le afearon la actitud

  • “Eso es que eres igual que él”.

    Sergio calló.

Sobre las 9 horas de la mañana del día siguiente formaron en la era del Palacio Ibarra de Brihuega. Así estuvieron una hora o dos. Entonces, según cuenta el Boni “apareció un individuo con el uniforme de cabo de asalto, conducido del brazo por otros dos”. Era un hombre más bien alto, no muy grueso, de complexión fuerte. Lo colocaron junto a la tapia y le taparon los ojos. El pelotón, de unos quince, entre los que estaban Ángel y Sergio, formó y el teniente, que había prevenido antes a los encargados, dio la orden por señas, hicieron fuego contra él y cayó a tierra. Se ordenó a la tropa presente desfilar por delante del cadáver, marchando luego cada cual a su compañía.

Los testigos no saben cómo se llamaba el fusilado, tampoco de dónde era.

Pasó un tiempo, la guerra ya había acabado hacía más de un año, corría el verano de 1940, pero la persecución de “los rojos” estaba en todo lo alto. Los más significados habían sido ya detenidos. Llevaban fusilados diecisiete ya, de los cuarenta y cinco que finalmente morirían, hubieran o no hecho cosa punible, pero vistos los sumarísimos, en ninguno se demostró, bien con pruebas o con testimonios coincidentes, su participación en hechos “de sangre”.

Se había corrido ya el rumor en el pueblo del hecho del fusilamiento que había sucedido en Brihuega dos años atrás, y llamaron a Sergio Guindal a declarar. Luego fueron pasando el resto de testigos: Ángel, Boni y Satur, que declararon según se cuenta. Satur y Sergio afirman además haber preguntado al Ángel si salió voluntario, pero ambos afirman que éste no contestaba a la pregunta en uno u otro sentido.

La máquina de represión se puso en marcha. Se pidieron informes de Guardia Civil (Juan Orea Segovia), Falange (Ángel Lanza) y Alcalde (Julián Vaquero, el tío Sacristán). Los informes, en este caso eran contradictorios. Orea indicaba (sin presentar testimonios, ni pruebas) que Ángel perteneció a la JSU, pero Julián Vaquero decía que no había pertenecido a partido ni sindicato alguno. Ángel Lanza, sin embargo, ampliaba lo dicho por la Guardia Civil y le acusaba de pertenecer además a la UGT, sin aportar tampoco origen del dato. También decía el Lanza “que al poco tiempo de iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional se incorporó a las Milicias Aragonesas con todos los elementos más malos de esta villa y que, por rumores, intervino voluntariamente en el asesinato de un guardia de asalto en el frente de Brihuega”. Lo cierto es que más de ciento treinta en el pueblo habían combatido, incluido Ángel Lanza “con los más malos”.

Se formó un Consejo de Guerra y llamaron a declarar para dar informes de “averiguación de conducta” a las “personas de orden de Alcocer”: Julián Cervigón Vaquero, Julio Fernández Vaquero (el Cagaonzas), Victoriano Martínez Lanza (Parezote, mayoral o capataz de los Sendines) y Aurelio Peiró Vaquero (Cacharra, posada en la plaza), quienes, salvo Aurelio que dijo no saber nada, declararon que Ángel era de izquierdas y, dependiendo del testimonio de cada uno, afiliado a JSU, UGT y/o CNT (lo afirmaban por rumores, tampoco presentan testimonios, ni papeles) y que marchó voluntario al ejército.

Ángel solo reconoce haber estado en la CNT en sus declaraciones, aparte de haber sido voluntario en el ejército y respecto al fusilamiento dice “que si tomó parte fue porque le tocó a su compañía y fue nombrado para asistir al piquete por el jefe de la misma, pero no tuvo intervención voluntaria que se concretó solamente hacer lo que le mandaron”.

La sentencia recoge como probado y demostrado parte de lo afirmado por rumores y, aunque no incluye que fuera voluntario en el fusilamiento, le condena por “Adhesión a la rebelión” a veinte años y un día de reclusión mayor, sin posibilidad de conmutación.

Ángel estuvo en las prisiones de Alcocer, Guadalajara, Burgo de Osma y Belchite, donde le destinaron a un batallón disciplinario, dedicado a “redimir condena” trabajando en la construcción de la presa de Entrepeñas por la mitad de salario que el resto de trabajadores. Allí estuvo unos dos años. Luego le trasladaron a El Dueso, donde obtuvo la libertad condicional en el verano del 47. Hizo la obligada mili en Zeluán, al sur de Melilla, y le concedieron el indulto por fin en mayo de 1948.

Cartilla de redención de penas de Ángel en Belchite

Trabajó en el almacén del Trigo de Alcocer, gracias a Martín Casero, el peluquero. Ángel Lanza no se había olvidado de él y le denunció de nuevo por “aceptar propinas”. Le dijeron desde la superioridad al Lanza que, cuando aceptara una propina de un millón, le volviera a denunciar. La vida de los rojos en Alcocer nunca fue agradable.

Aún en los años 60 le denegaron el derecho a emigrar a Suiza por resultar “peligroso a la causa”.

Falleció en Guadalajara en diciembre de 2008, a los 90 años, nunca renegó de sus ideas.

Del resto de sus compañeros del frente de Brihuega puedo contar:

Satur: casó con Conso Nieto Manzano y fue padre de Pepe Écija, falleció en 1984, era un año menor que Ángel.

Manuel el Rajas: Nacido en 1921 murió en el frente, sin poder precisar cuál, a los 18 años.

Boni el Rajas: De la edad de Satur, emigró a Sitges con toda la familia donde se casó con Francisca Cano en 1957.

Sergio Guindal: De la misma edad que Boni y Satur, nacido en Alcohujate y residente en Alcocer en la calle del Lobo. Se marchó del pueblo. Solo sé que Ángel no le perdonó que declarara acerca del hecho de La Cabañuela.

Vicente Alcántara: También nacido en 1919, denunció a dieciséis convecinos al finalizar la guerra. El hijo del Cañamón se marchó a Alicante, junto a sus hermanos y demás familia. Su hermano Luciano fue visto alguna vez por el pueblo hace ya mucho.